martes, abril 06, 2004

Dos días de vacaciones fuera de Madrid para sentirse como nueva.
A la vuelta tomamos el cercanías de Guadalajara-Madrid, una línea que las dos hemos hecho en varios sentidos y por varias razones. En mi caso: una ex que vivía en Entrevías, un compañero de juergas y canciones que vivía en El Pozo, una ex que vivía en Torrejón, otra ex que vivía en... Ahí es cuando ella me miró con cara rara para soltar: "Más que el tren de la muerte parece el tren de los polvos". Sí he sido un tanto promiscua en el pasado...
Y en el tren risas, con el típico grupito de adolescentes hablando de fulano y mengano, de lo guapo o feo que es tal o cual profesor. Hasta Santa Eugenia.
Silencio absoluto.
Todos intentando ver rastros del desastre, tan sólo flores y velas al alcance de nuestra vista.
El Pozo.
Téllez.
Atocha.
Hey, aquí para un momento. No hay restos, salvo todas las ventanas de un lado de la estación, que aún las cubren cartones, como si Atocha se hubiera convertido en una chabola enorme. Pero nada más.
Nunca se ha hablado del cuatro tren. No sabemos ni de qué línea venía, ni dónde explotaron las bombas... Sí, sonaron voces alarmistas de que Atocha se habría derrumbado si el tren de Téllez hubiera llegado a su hora (gracias a Dios, Renfe tan puntual como siempre). Pero no parece que haya daños en la estación.
Me parece muy extraño que nadie nos hablara del otro tren. Del tren que se ha llevado la mayoría de velas y flores. El tren misterioso, del cual sólo sabemos que explotó en Atocha.
Una pieza más de este rompecabezas inútil, en el que que parece que han saciado nuestras ganas de conocer la verdad simplemente porque nos echamos a las urnas para cambiar el destinatario de nuestro "basta ya".

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