Hoy he adquirido una nueva fobia: los aparatos corta-verduras.
Son unos instrumentos aparentemente endebles, de plástico en colores chillones. Pero esconden en su interior un arma potentísima, una cuchilla que lo corta todo.
Y, cómo no, he hecho uso de mis habilidades y me he rebanado un cachito de dedo pulgar derecho.
Nada serio, la enfermera de urgencias ha dicho que sólo era piel, pero que tampoco podría haber hecho nada si se hubiese tratado de un cacho de dedo (parece ser que eso sólo se hace en el hospital, no en los ambulatorios).
Así que ahora luzco un precioso vendaje en el pulgar derecho, con lo cual no podremos grabar la maqueta póstuma del grupo. Genial.
PD: He leído un cartel en el ambulatorio: "En los servicios de urgencia no se hacen recetas". La farmacéutica tenía razón.
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